Mentiras de la Historia de España by María Lara Martínez & Laura Lara Martínez

Mentiras de la Historia de España by María Lara Martínez & Laura Lara Martínez

autor:María Lara Martínez & Laura Lara Martínez [Lara Martínez, María & Lara Martínez, Laura]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-18T00:00:00+00:00


El 26 de septiembre, el embajador Blécourt anunciaba que Carlos parecía un esqueleto, por lo que trasladaron a su alcoba las imágenes veneradas en Madrid (la Virgen de Atocha, la Almudena, santa María de la Cabeza y san Isidro), administrándole la comunión y la unción el patriarca de las Indias.

UNA FIRMA DE OTRA MANO

El 1 de noviembre de 1700 Carlos falleció con «un corazón muy pequeño del tamaño de un grano de pimienta, los pulmones corroídos, los intestinos putrefactos y gangrenosos, en el riñón tres grandes cálculos, un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua».

Se cuenta que, en el momento de expirar, en Madrid brilló junto al sol el planeta Venus, mientras que en la lejana Bruselas se cantaba por su recuperación un Te Deum en la iglesia de Santa Gúdula. La opinión general era que había muerto a causa de los hechizos. El 4 de noviembre, Harrach comunicó a su padre «cosa que concuerda con lo que el demonio ha declarado en Viena y Madrid».

Si admitimos que toda falsificación supone una mentira, tenemos que decir que Carlos II no fue consciente de que la última voluntad que le adjudicarían sería esa. Con la salud muy deteriorada, después de que le obligaran a cambiar cláusulas de un testamento a otro, suscribió las «últimas voluntades», y definitivas, el 3 de octubre en favor de Felipe, el nieto de Luis XIV. Pero ¿quién lo empujó realmente a dejar la Corona en manos de Francia? El cardenal Luis Fernández de Portocarrero, presidente del Consejo de Estado, lo presionaba en esa dirección. Desconfiando de tantos asesores interesados, Carlos II recurrió al Papa para saber cómo debía actuar.

Con el trono de España tenían casi los mismos vínculos sanguíneos tanto Felipe de Anjou como el archiduque Carlos. Felipe IV y Ana de Austria, la reina de Francia, eran hermanos, de tal manera que sus hijos, Carlos II y Luis XIV, eran primos hermanos. Pero, además, Carlos II y Luis XIV eran cuñados porque María Teresa de Austria, hija también de Felipe IV, se había casado con Luis.

Por su parte, el archiduque Carlos era nieto de Fernando III y de su primera mujer, María Ana de Austria. Por tanto, los dos Carlos, el de España y el de Austria, eran respectivamente nieto y bisnieto de Felipe III.

El 16 de noviembre de 1700 Luis XIV aceptó lo estipulado en el tercer y último testamento de Carlos II (el del 3 de octubre) en favor de Felipe de Borbón. Pero en el Imperio no se reconoció como rey al duque de Anjou, por más que fuera el nieto de Luis XIV y de la infanta María Teresa (hermana de Carlos por vía paterna), sino que se hicieron valer los derechos del archiduque Carlos, hijo de Leonor Magdalena de Palatinado-Neoburgo y de Leopoldo I. Se da la paradoja de que Leopoldo I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, antes había sido cuñado de El Hechizado, pues Leonora era su tercera esposa, pero la primera fue Margarita, la infanta de Las Meninas, hermana de padre y madre de Carlos III.



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